Publicado por saludmentalperinatal.es
Un nuevo estudio ha encontrado que cuando un bebé y un adulto hacen contacto visual, sus ondas cerebrales también se sincronizan. Y esos patrones compartidos de actividad cerebral pueden facilitar una mejor comunicación entre el bebé y el adulto: los bebés producen sonidos más dulces y pequeños cuando sus ojos están fijos en un adulto que les devuelve la mirada.
La psicóloga Victoria Leong, de la Universidad de Cambridge y la Universidad Tecnológica de Nanyang en Singapur y sus colegas invitaron a los bebés al laboratorio para realizar dos experimentos. En el primero, el equipo equipó a 17 bebés de 8 meses de edad con gorros de electroencefalograma, con un gorro cubierto con electrodos que miden el comportamiento colectivo de las células nerviosas en todo el cerebro. Los bebés vieron un video en el que un experimentador, también vestido con una gorra de EEG, cantó una canción de cuna mientras miraba directamente al bebé, al bebé pero con la cabeza girada en un ángulo de 20 grados, o lejos del bebé y con la cabeza girada en un ángulo de 20 grados.
Cuando el investigador miraba al bebé (ya sea mirándole directamente o con la cabeza ligeramente girada), los cerebros de los bebés respondieron, mostrando patrones de actividad que empezaron a parecerse mucho a los del investigador. El segundo experimento trasladó la prueba a la vida real. El mismo investigador del video se sentó cerca de 19 bebés diferentes. Nuevamente, tanto los bebés como el investigador usaron gorras de EEG para registrar su actividad cerebral. El contacto visual de la vida real provocó patrones cerebrales similares a los observados en el experimento de video: cuando los ojos se encontraron, la actividad cerebral se sincronizó; cuando los ojos vagaban, la actividad cerebral no coincidía tanto.
Ese fácil intercambio de señales es algo que también sucedió entre los bebés y los adultos. Cuando el experimentador estaba mirando a los bebés, los bebés hicieron más vocalizaciones. Y a su vez, estos dulces sonidos parecían haber hecho que las ondas cerebrales del experimentador fueran aún más similares a las de los bebés.
La actividad cerebral del bebé y del adulto pareció sincronizarse al reunirse en el medio. Cuando se compartieron las miradas, las ondas cerebrales de los bebé se volvieron más como las del investigador, y las del investigador se parecieron más a las de los bebé. El hallazgo muestra “las increíbles habilidades de los bebés para conectarse y sintonizar con sus cuidadores adultos”, dice Leong.



